El patrimonio cultural del territorio se ha de convertir en un recurso económico de primer orden, en el que confluyan turismo y cultura.
La situación económica actual nos enfrenta a nuevos paradigmas y a nuevas formas de gestión del patrimonio cultural.
Nuestra sociedad está en constante evolución y nuestro patrimonio debe de estar vivo, debe ser permeable a las nuevas tendencias, debe adaptarse a estas nuevas situaciones convirtiéndose en el punto de encuentro entre el legado histórico del pasado y las nuevas acciones de futuro.
El consumidor actual ha cambiado. Ya no es aquel receptor pasivo de antaño: hoy el consumidor tiene sed de nuevas experiencias, busca novedades constantemente, y quiere participar en primera persona.
Por este motivo hemos de crear nuevos productos, nuevas experiencias que enriquezcan el recurso y satisfagan las expectativas del usuario. Tenemos pues que establecer nuevos planteamientos para dinamizar acciones creativas diferenciales y con valor añadido.
El patrimonio cultural del territorio se ha de convertir en un recurso económico de primer orden, en el que confluyan turismo y cultura.
Un turismo comprendido como experiencia en el espacio y en la historia.
La cultura como referencia identitaria y pedagógica.
El patrimonio es motivador de desplazamientos, referencia del territorio y lugar para la experiencia.
Para que esto sea posible debemos crear una serie de acciones complementarias que enriquecerán este producto y que lo posicionaran como un motor del territorio.
Plan de acciones
Las acciones que vamos a desarrollar funcionan en dos ámbitos:
- Como herramientas de desarrollo social.
- Como herramienta de desarrollo económico